Este libro se orienta por una pregunta: ¿de dónde y cómo surge la duda en los casos de neurosis obsesiva? El tormento del dudar, del tocar, del actuar y, por sobre todo, del pensar, fue conocido y descrito por los antecesores de Freud, sin llegar a la profundidad y caracterización del sufrimiento del obsesivo, pero teniendo claro que para la psiquiatría clásica siempre estuvo en la mira, bien del lado de la manía, bien del lado del delirio. Todos dudamos, pero no a la manera de lo escuchado en la clínica y en lo que correspondería más precisamente a la clínica de la obsesión. ¿En qué reside la diferencia? La duda abre caminos. Los filósofos se han ocupado de ella... Pero es menester diferenciar la duda como ejercicio necesario para el progreso del conocer, respecto de la duda obsesiva como inutilidad para la existencia, es decir, diferenciarla de la duda obsesiva.
Agua. Agua en infinidad de lugares y manifestaciones. Aquella que brota en pozos y manantiales o la que en forma de cascadas o en infinidad de arroyos busca presurosa la planicie aluvial. Estas corrientes de vida también se enuncian en la multitud de ciénagas que horadan las sabanas o en la miríada de los ríos, esteros y manglares que unen la tierra con la profunda oscuridad del océano. Desde aquel diario con estos y otros mil rostros que ofrece el universo acuático, las comunidades afrodescendientes del Chocó han creado no solo variadas posibilidades de supervivencia material, sino un conjunto de narraciones orales y de prácticas culturales asociadas (agüeros, rezos, conjuros, mágicos, etc.) que les han permitido convertir a este elemento en una parte sustancial del territorio que habitan en la actualidad. De allí que hayan poblado sus líquidos paisajes, entre otros referentes de la identidad negra, con serpientes colosales, con bellas y, a la par, peligrosas sirenas, con luces mister...
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