Con sus columnas y sus libros, Antonio Caballero se ha merecido una fama enfant terrible. Sin embargo, para quienes creían haber leído todas sus opiniones, este libro es una verdadera novedad. Por primera vez, Caballero sostiene una larga conversación en la que toca temas a los que nunca se había referido de manera pública. Caballero habla de literatura y sin tapujos dice por qué le parecen malos prestigiosos novelistas colombianas, por qué también le parecen malos reconocidos columnistas y periodistas y, por supuesto, vuelve a hablar de por qué le parecen deplorables respetables políticos del país. (Resumen extraído de la cubierta del libro).
Agua. Agua en infinidad de lugares y manifestaciones. Aquella que brota en pozos y manantiales o la que en forma de cascadas o en infinidad de arroyos busca presurosa la planicie aluvial. Estas corrientes de vida también se enuncian en la multitud de ciénagas que horadan las sabanas o en la miríada de los ríos, esteros y manglares que unen la tierra con la profunda oscuridad del océano. Desde aquel diario con estos y otros mil rostros que ofrece el universo acuático, las comunidades afrodescendientes del Chocó han creado no solo variadas posibilidades de supervivencia material, sino un conjunto de narraciones orales y de prácticas culturales asociadas (agüeros, rezos, conjuros, mágicos, etc.) que les han permitido convertir a este elemento en una parte sustancial del territorio que habitan en la actualidad. De allí que hayan poblado sus líquidos paisajes, entre otros referentes de la identidad negra, con serpientes colosales, con bellas y, a la par, peligrosas sirenas, con luces mister...
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