No hace todavía muchos años, los esfuerzos principales de la enseñanza técnica se concentraban en solo dos regiones de actividad, descritas normalmente como generación de energía mecánica a partir del calor y proyecto de máquinas o mecanismos. Pero, recientemente, la importancia adquirida por otras zonas de la ingeniería mecánica, como las que corresponden a los fluidos, transmisión de calor, control automático, vibraciones mecánicas, criogenia, ingeniería de producción y ciencia de los materiales por nombrar solo unas cuantas, ha hecho necesario el volver a examinar los objetivos a que apuntan tales enseñanzas.
Agua. Agua en infinidad de lugares y manifestaciones. Aquella que brota en pozos y manantiales o la que en forma de cascadas o en infinidad de arroyos busca presurosa la planicie aluvial. Estas corrientes de vida también se enuncian en la multitud de ciénagas que horadan las sabanas o en la miríada de los ríos, esteros y manglares que unen la tierra con la profunda oscuridad del océano. Desde aquel diario con estos y otros mil rostros que ofrece el universo acuático, las comunidades afrodescendientes del Chocó han creado no solo variadas posibilidades de supervivencia material, sino un conjunto de narraciones orales y de prácticas culturales asociadas (agüeros, rezos, conjuros, mágicos, etc.) que les han permitido convertir a este elemento en una parte sustancial del territorio que habitan en la actualidad. De allí que hayan poblado sus líquidos paisajes, entre otros referentes de la identidad negra, con serpientes colosales, con bellas y, a la par, peligrosas sirenas, con luces mister...
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