He hablado extensa y, espero, claramente sobre responsabilidad política. La primera y mayor responsabilidad hoy en Colombia es por el Acuerdo Final, de protegerlo y cumplirlo. El Acuerdo permitió el desarme de las FARC y representa una enorme oportunidad para el país, como las que se presentaron en 1957 y 1991, y que aprovechamos medianamente. Hay que preservar y respetar el Acuerdo en medio de un proceso de confianza que permita una implementación razonable, constructiva, flexible, que admita imperfecciones, mejoramientos imprevistos, incumplimientos puntuales y prudentes. (Resumen extraído de la cubierta del libro).
Agua. Agua en infinidad de lugares y manifestaciones. Aquella que brota en pozos y manantiales o la que en forma de cascadas o en infinidad de arroyos busca presurosa la planicie aluvial. Estas corrientes de vida también se enuncian en la multitud de ciénagas que horadan las sabanas o en la miríada de los ríos, esteros y manglares que unen la tierra con la profunda oscuridad del océano. Desde aquel diario con estos y otros mil rostros que ofrece el universo acuático, las comunidades afrodescendientes del Chocó han creado no solo variadas posibilidades de supervivencia material, sino un conjunto de narraciones orales y de prácticas culturales asociadas (agüeros, rezos, conjuros, mágicos, etc.) que les han permitido convertir a este elemento en una parte sustancial del territorio que habitan en la actualidad. De allí que hayan poblado sus líquidos paisajes, entre otros referentes de la identidad negra, con serpientes colosales, con bellas y, a la par, peligrosas sirenas, con luces mister...
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